Mermeladas artesanales: guía completa para disfrutar del sabor auténtico

Mermeladas artesanales_ guía completa para disfrutar del sabor auténtico

Pocas cosas nos conectan tanto con los sabores de verdad como una cucharada de mermelada artesanal. No hablamos de esa que parece gelatina de laboratorio, sino de la que te mancha el dedo cuando se escapa del pan, de la que huele a fruta en serio y te deja con ganas de repetir. La que sabe a fruta, y no a químico.

En Jan Jam lo tenemos claro: si no es fruta de calidad, no hay mermelada. Ni pectinas añadidas, ni aromas, ni colorantes. Aquí todo empieza con una buena cesta de fruta y unas manos con ganas de hacer las cosas bien.

Lo que te vas a llevar de esta lectura (además de hambre)

Esto no es una receta. Es una guía escrita desde la experiencia, pensada para quien quiere entender de verdad qué hay detrás de una mermelada artesanal.

Vamos a hablarte con total claridad y cercanía sobre:

  • Por qué una mermelada artesana no tiene nada que ver con lo que compras en el súper.
  • Cómo se elabora una buena mermelada, paso a paso, sin atajos ni batidoras industriales.
  • Qué ingredientes importan (y cuáles mejor ni tocar).
  • Qué beneficios reales tiene consumir mermeladas sin aditivos.
  • Cómo combinarlas con quesos, carnes, postres o desayunos de esos que se te quedan en la memoria.
  • Qué significa de verdad eso de km 0 y cómo apostamos por lo local.

Ah, y también resolveremos esas dudas que siempre surgen: ¿se refrigeran?, ¿cuánto duran?, ¿puede tomarla todo el mundo?

Prepárate unas tostadas, que empezamos.

Cuando la mermelada sabe a lo que tiene que saber: fruta

La fruta, el azúcar… y nada más

Aquí no hay fórmulas mágicas ni sobres sorpresa. Nuestras mermeladas llevan fruta fresca, azúcar y, en algunas variedades, limón, sidra o un chorrito de licor. Nada más. Y desde luego, nada menos.

Si la fruta no está en su punto, no la usamos. Así de simple. Porque las pectinas naturales están ahí, esperando hacer su magia. Pero si la fruta es floja, la mermelada también lo será. Y eso no va con nosotros.

En Jan Jam usamos al menos 80 g de fruta limpia por cada 100 g de mermelada. El resultado es una explosión de sabor. Y sí, se nota.

“¿Y no sería más rentable hacerlo en cantidades grandes?” Claro. Pero entonces tendríamos que cocer durante horas. Y el sabor se perdería. Y nosotros no estamos aquí para eso.

Cocciones cortas, sabor largo

El truco no es nuevo, pero sigue funcionando: menos cantidad, menos tiempo, más sabor. Por eso cocinamos como lo hacían los de antes: en pequeños lotes, cuidando cada minuto.

Nada de triturar la fruta hasta que pierda su alma. Aquí se trabaja con cuchara de madera y con fuego lento. Para que la fruta se deshaga cuando le toque, no cuando se lo digamos.

¿El resultado? Textura ligera, fácil de untar, sin gelatinas raras. Y un sabor que te lleva directo al árbol.

Sabores reales, texturas honestas

Cada fruta tiene su carácter, y nosotras se lo respetamos. Algunas necesitan más limón, otras menos azúcar. Hay que escucharlas. Porque no es lo mismo una frambuesa ácida que un higo dulce, y eso se nota en boca.

  • La naranja amarga pide queso fuerte.
  • El higo con cacao y brandy exige respeto (y pan de masa madre).
  • La manzana a la sidra va de maravilla con un asado o un queso tierno.

Lo importante es que cuando la pruebes digas: “¡Esto sí sabe a lo que tiene que saber!”

Mermeladas km 0: no es una etiqueta, es una forma de vivir

Cuando hablamos de mermeladas artesanales km0, no lo hacemos por moda. Lo hacemos porque conocemos a quien cultiva nuestra fruta, porque pisamos sus campos y porque confiamos en lo que hay detrás.

¿Y qué conseguimos con eso?

  • Ingredientes frescos y de temporada.
  • Variedades que no se encuentran en supermercados.
  • Un impacto positivo real en la economía local.

Además, nos encanta jugar: del cascabillo pasamos al tomate, luego a la pera y a las ciruelas raras que crecen en el valle de Roncal. Así nació nuestra línea más creativa, la que no encontrarás en ningún sitio.

Así se hace una mermelada con nombre y apellidos: Jan Jam

Primero, la fruta (de verdad)

Nada de fruta pocha ni maduraciones dudosas. Si la fruta no está bien, no empezamos. ¿Sabías que las frutas un poco verdes tienen más pectina natural? Por eso nos encantan. Porque ayudan a que la mermelada espese sola, sin inventos.

Después, limpieza y corte

Cada pieza se lava a mano. Si hay que pelarla, se pela. Si hay que cortarla, también. Aquí no hay líneas de producción ni máquinas que hacen el trabajo por nosotras.

Luego, macerar sin prisa

La fruta reposa toda la noche con azúcar y limón. Eso permite que suelte jugo y se prepare para la cocción. Solo en algunos casos, como la manzana, se hace al momento para que no oxide.

Y ahora sí, a cocinar

Ponemos la mezcla al fuego y removemos con mimo. Que no se pegue, que no se queme. Vamos trabajando la fruta poco a poco, sin prisas. Y sin batidora. La fruta se deshace cuando quiere.

Por último, embotar y dejar reposar

Cuando la mezcla está en su punto justo, se embota en caliente. Se cierra bien, se deja enfriar y se etiqueta. Cada tarro pasa por nuestras manos. Y eso se nota.

¿Cómo se come una mermelada que sabe a fruta?

Con pan, claro. Pero no solo

  • Desayunos de verdad: pan de masa madre y un poco de mantequilla, coronado con mermelada de frambuesa. No hay mejor forma de empezar el día.
  • Yogures sin aburrimiento: una cucharada de mermelada de albaricoque y tu yogur natural pasa de “meh” a “mamma mia”.
  • Tartas que cuentan historias: bizcochos caseros con relleno de ciruela silvestre. Tus invitados aún lo recuerdan.

En platos salados, con un toque atrevido

  • Queso y mermelada: la combinación perfecta. Cambia el membrillo por nuestra mermelada de naranja amarga y nos cuentas.
  • Aperitivos con carácter: pruébala con foie, con carnes o con un huevo escalfado sobre morcilla. Sí, leíste bien.
  • Tablas de contrastes: tres mermeladas diferentes para acompañar quesos curados, tiernos y azules. La tabla perfecta.

Consejo: siempre incluye una dulce, una ácida y una que sorprenda.

Dudas que nos preguntáis (y respondemos encantadas)

¿Se guarda en la nevera?

Antes de abrir, no hace falta. Si el tarro está bien cerrado y en un lugar fresco y seco, aguanta perfectamente. Una vez abierto, sí: a la nevera. Y mejor consumirla en unas semanas.

¿Qué diferencia hay entre mermelada, confitura y compota?

  • Mermelada: más fruta, menos azúcar. Mejor sabor.
  • Confitura: más azúcar, textura más firme.
  • Compota: más líquida, menos dulce, cocida en su jugo.

¿Las que no llevan aditivos duran menos?

Si están bien elaboradas y cerradas en caliente, duran muchísimo. Lo natural no es sinónimo de frágil.

¿Son aptas para intolerancias?

Las nuestras no llevan gluten, ni leche, ni frutos secos (salvo si se indica). Siempre revisa la etiqueta si tienes dudas, pero en general: sí, puedes tomarlas sin miedo.

¿Y tienen beneficios?

Claro que sí:

  • No llevan aditivos.
  • Son más bajas en azúcar que muchas industriales.
  • Fomentan el consumo de fruta de temporada.
  • Apoyas proyectos locales con cada tarro que compras.

Porque no todas las mermeladas son iguales

Podríamos decirte que nuestras mermeladas son las mejores del mundo, pero preferimos que las pruebes. Porque si algo hemos aprendido es que el sabor no se explica, se vive.

En Jan Jam no hacemos mermelada para llenar estanterías. La hacemos porque creemos en el sabor de antes, en la textura natural y en las recetas que llevan historia.

Tenemos clásicas, como la de albaricoque o frambuesa, y otras que te volarán la cabeza: pimiento de piquillo, manzana a la sidra o higo con haba de cacao y brandy.

Así que ya sabes: cuando quieras probar una mermelada que sepa de verdad a fruta, ¡aquí estamos!